Las razones económicas del declive de la Willkommenskultur alemana

Por Ramiro Albrieu*

Abschied von der Willkommenskultur?

La ola migratoria desde el Medio Oriente y el Norte de Africa (MENA) hacia Europa ha acaparado la atención en el viejo continente, desplazando en forma intermitente los efectos de la crisis de la Zona Euro (Brexit incluido). La respuesta a este flujo por parte de los países líderes de la región ha ido mutando, desde una postura más bien receptiva donde la diversidad era bienvenida a otra opuesta donde –al igual que pasó en los Estados Unidos a mediados de los 1920s- la identidad nacional se ve dañada por esa misma diversidad.

Esto es particularmente cierto en el caso de Alemania. Puesto en términos de los alemanes, la Willkommenskultur parece haberse apagado. ¿Qué hay detrás de esto? Podemos pensar que es un fenómeno común en los países avanzados, donde el nacionalismo y el proteccionismo avanzan frente al liberalismo. Y puede que así sea: los costos de la globalización –del movimiento transfronterizo tanto en materia de comercio como de factores productivos- empieza a revelarse para esas economías. En el caso particular de la inmigración desde MENA hacia Alemania este viraje parece contraintuitivo porque hay un argumento bastante conocido asociado a los beneficios de la inmigración. Ese argumento tiene que ver con la demografía: el país europeo está envejeciendo, y entonces un refuerzo a la fuerza laboral puede ser importante para que no se reduzca la población activa.

¿Qué falló en este argumento?¿Qué hizo que Alemania cambiara de parecer? Hay muchos factores en juego. La intención de esta nota es dar pistas sobre ese viraje desde el prisma económico. Primero revisamos el argumento demográfico y después planteamos un par de fallas en el mismo que ayudan a explicar porqué la Willkommenskultur puede no dar los resultados esperados. Cerramos con un par de comentarios.

El argumento demográfico

 ¿Por qué la inmigración puede dar réditos económicos que un país envejecido? El argumento se basa en combinar la hipótesis del ciclo de vida de Modigliani y Brumberg (1954)  con la teoría de la transición demográfica de Warren Thompson (1929). La primera postula que los individuos tienden a ahorrar en edades activas para financiar el consumo de los niños a su cargo y de ellos mismos luego del retiro; la segunda, que para un país dado la estructura poblacional sigue una secuencia bien definida: en una primera etapa, predominan los niños, luego los adultos activos, y por último los adultos pasivos. Si se confirman ambas hipótesis, ello quiere decir países “en edad activa” registran altos niveles de ingreso por habitante (o productividad) y relativamente bajos niveles de consumo por habitante, mientras que países “viejos” tienen niveles de ingreso por habitante más bien bajos y niveles de consumo por habitante altos.

Así, la inmigración puede representar una discontinuidad en la transición demográfica. En el caso particular de Alemania, ha dejado de ser un país “en edad activa”, por lo tanto la inmigración de población activa puede operar como un regreso a mayores niveles de productividad y ahorro (con el consecuente efecto positivo sobre las cuentas previsionales). El panel de más abajo exhibe la asimetría en las etapas de la transición demográfica entre Alemania y la República Árabe de Siria (Siria de aquí en más), representada en lo que se conoce como coeficiente de sustentación demográfico (CSD), es decir, la capacidad de un país para sostener a su población pasiva con su fuerza laboral. Allí se ve que mientras en Alemania va en caída porque aumenta la proporción de adultos pasivos sobre adultos activos, en Siria ocurre exactamente lo contrario.

Figura 1

Coeficiente de sustentación demográfico : Alemania vs. Siria

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Fuente: Elaboración propia en base a datos de UN Population Division

Pasemos específicamente a la data de población y migración. Naciones Unidas estima que la población alemana se reducirá en unas 250 mil personas al año durante los próximos 20 años, la población activa se reducirá en unas 450 mil personas al año y la población pasiva crecerá unos 200 mil. De acuerdo a la Oficina Federal de Estadísticas de Alemania, en 2015 la inmigración neta llegó a los 1,2 millones, unos 780 mil por encima del promedio de los cinco años previos y el mayor de la posguerra. A la vez, de esos 780 mil, más de la mitad (unos 450 mil) aplicaron para asilo como refugiados de acuerdo a los datos de la UNHRC (http://www.unhcr.org/global-trends-2015.html). De ellos, aproximadamente  un 70% pertenece a la población activa y un 30% a la pasiva, de manera que –como veremos más adelante- el coeficiente de sustentación marginal asociado a los migrantes es mayor al valor medio de la población alemana.

Así, los flujos migratorios en curso ayudan a resolver el problema demográfico de Alemania. ¿Por qué entonces el país europeo revierte su política de Willkommenskultur y resurge el nacionalismo? Busquemos pistas en la economía.

No es tan sencillo

El problema es que la demografía es sólo una parte de la historia (y quizás no la parte más importante). Después de todo, si se tratara sólo de los beneficios del crecimiento en la población adulta, tendríamos que ver esos beneficios justamente en MENA y no estar discutiendo el flujo migratorio a Europa. En particular es clave entender que las cuentas demográficas que mostramos más arriba suponen que dos personas de la misma edad “cargan” la misma capacidad para generar ingreso (y para consumir), independientemente de acumulación de capital humano que hayan realizado.

¿Pueden existir grandes diferencias en los perfiles etarios de productividad y consumo a lo largo de los países? Comparemos Alemania con Siria. El gráfico de la izquierda de la figura 2 exhibe el perfil de consumo e ingreso laboral por edad de Alemania en dólares de PPP de 2011, tomado del proyecto de National Transfer Accounts (NTA, www.ntaccounts.org); en la derecha, un guesstimate del caso de Siria, que se construye con las cuentas NTA de Turquía calibrada con datos de su país vecino. Las diferencias de productividad (aproximada con el ingreso laboral por persona) son muy marcadas, de 5 a 1 en sus máximos. El consumo también lo es, por supuesto.  El ciclo de vida resultante es bien distinto: menores prestaciones para los pasivos (niños y adultos mayores) y menor productividad de los activos distinguen a Siria de Alemania.

Figura 2: Dos ciclos de vida: Alemania y el guesstimate para Siria

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(dólares de PPP de 2011)

Fuente: elaboración propia en base a datos de www.ntaccounts.org

El punto que queremos mostrar es que las brechas de productividad pueden modificar substancialmente el efecto económico del flujo migratorio; mirar sólo la demografía puede llevar a conclusiones equivocadas. ¿cómo agregamos a la productividad, el consumo y el ahorro? Para ello debemos ponderar a la estructura etaria por los niveles de productividad y consumo específicos de cada edad; obtenemos así la cantidad de trabajadores efectivos y consumidores efectivos por edad (en vez de la cantidad de personas). Hacer estos cálculos nos permiten “traducir” una estructura etaria dada en un perfil macroeconómico para el consumo, el ingreso y el ahorro. Podemos, por ejemplo, contar la historia exitosa de la transición demográfica en Corea del Sur y también el “Youth Bulge” que está sucediendo en muchos países africanos. Al ratio entre trabajadores efectivos totales y consumidores efectivos totales (en vez de población activa / población pasiva, que definía el CSD) lo llamamos  “coeficiente de sustentación económico” (o CSE).

La figura siguiente resume los resultados de un ejercicio que muestra la complejidad del caso que estamos analizando. Para ello suponemos que el catch-up de consumo de los nuevos inmigrantes ocurre instantáneamente mientras que planteamos distintos escenarios para el catch-up de productividad. La figura 3 exhibe distintos ciclos de vida en función a supuestos sobre catch-up de productividad: completo (caso 1), parcial ( de 0.5, caso 2) y nulo (caso 3).  Nótese allí que  -de nuevo- el aporte de una hora de trabajo al ciclo de vida dependerá crucialmente del nivel de catch-up de productividad de los migrantes. Es algo obvio pero muchas veces olvidado en este debate. En el ejercicio que hicimos, por ejemplo, un catch-up nulo de productividad hace que los inmigrantes generen un déficit de ciclo de vida incluso durante la edad activa.

Figura 3: Simulaciones de distintos ciclos de vida de los inmigrantes de Siria en Alemania

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(dólares de PPP de 2011)

Fuente: elaboración propia en base a datos de www.ntaccounts.org

El gráfico 4, por último, calcula qué ocurre con los coeficientes de sustentación para cada caso. Es interesante notar que si bien el perfil etario de la inmigración mejora indudablemente el coeficiente de sustentación demográfico, no ocurre lo mismo con el económico: el catch-up de productividad allí es clave. De hecho el coeficiente de sustentación económico lo empeora en los casos de catch-up menos que completo que supusimos más arriba.

Figura 4: Simulaciones de distintos coeficientes de sustentación

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(para el año 2015)

Fuente: Elaboración propia

Notas: CSD: coef. de sust. demográfico; CSE: coef. de sust. económico; catch-up se refiere a la productividad

Final

 La evaluación de los efectos de los flujos migratorios sobre el bienestar excede en mucho nuestro análisis: confluyen allí cuestiones políticas, de moral y de equidad que no hemos siquiera comentado. Sin embargo, si no tenemos en cuenta el efecto sobre la economía de dichos flujos, las mejores intenciones pueden revertirse fácilmente. Para los países europeos, hacer el foco en el incremento de la productividad de los nuevos inmigrantes es clave para evitar dicha reversión; de otra manera, seguiremos escuchando sobre bloqueos a la entrada o nuevos esquemas de racionamiento del consumo (en la forma de campamentos o nuevos guetos). Esperemos que eso no suceda.

Referencias:

Modigliani, F., y R. H. Brumberg (1954), “Utility analysis and the consumption function: an interpretation of cross-section data,” en Kenneth K. Kurihara, ed., Post-Keynesian Economics, New Brunswick, NJ. Rutgers University Press.

Thompson, W. S. (1929). Population. American Journal of Sociology, 34 :959-975.

Licenciado en Economía, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires. Investigador asociado del Área Economía, Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES). Docente en la Universidad de Buenos Aires en las Areas de Economía y finanzas. Actividades de asesoramiento a diversos organismos internacionales, como la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) o el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

3 comentarios sobre “Las razones económicas del declive de la Willkommenskultur alemana

  1. Muy interesante la discusión. Me pregunto si el catch up no depende solo de las habilidades de los inmigrantes sino también de que no exista discriminación en el mercado laboral. Si ocurre algo de esto, el problema pasa a ser de algún modo endógeno al declive de la WILLKOMMENSKULTUR, si es que entiendo bien el argumento

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  2. Andrés: de acuerdo. el catch up de productividad depende de la forma en que integras a los inmigrantes al mercado de trabajo; operan allí múltiples factores siendo sólo uno de ellos el nivel de skills que acumularon. La segmentación en el mercado de trabajo que pueda causar la discriminación que mencionas opera como un factor que bloquea o retrasa el catch-up. Mi punto, modesto, es: si no agregas esta dimensión de análisis y te aproximas al tema de la inmigración desde MENA a Alemania sólo con buena voluntad y algunos cálculos demográficos, el resultado puede ser far worse del esperado.
    De todas maneras, tu comment abre un interrogante más general: ¿es el avance del nacionalismo causa o consecuencia de las mayores dificultades de integración de los inmigrantes? para haber una especie de trampa ahí.

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    1. Ok, seguro que es clave introducir la consideración de cómo se integran al mercado de trabajo para salir del voluntarismo. Probablemente haya una trampa en efecto entre nacionalismo y problemas en el mercado de trabajo

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