Salario Mínimo y Desigualdad en América Latina

 Por Roxana Maurizio*

A lo largo de la última década se ha observado una recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo (SM), tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, proceso que contribuyó a fortalecer su rol como instrumento de la política salarial. En América Latina, como se muestra en el gráfico siguiente, esta dinámica positiva fue casi generalizada, si bien con diferente intensidad dependiendo del país. Ello ha significado un cambio sustancial respecto de la evolución evidenciada por esta institución en el decenio anterior.

Variación del salario mínimo real en América Latina, 2000-2012

  Índice 2000=1

Roxana (1)

El fortalecimiento del salario mínimo tiene por objetivo reducir la incidencia de los salarios bajos y, de esta manera, proteger el poder adquisitivo de los trabajadores más pobres. Sin embargo, el SM también puede tener efectos sobre otros indicadores laborales tales como el empleo, la informalidad o la desigualdad. Desde la teoría convencional se plantea que las regulaciones en el mercado de trabajo pueden ocasionar efectos negativos sobre el empleo. Para esta visión los aumentos en el valor del SM podrían generar destrucción de empleo, especialmente de aquellas ocupaciones donde se obtendrían salarios por debajo del valor establecido por esta institución. Sin embargo, desde visiones alternativas es posible plantear que dicho resultado no necesariamente se verificará y que, bajo ciertas condiciones, el mismo puede incluso revertirse (Manning, 2003).

En relación a los impactos distributivos del SM puede argumentarse que en la medida en que éste efectivamente alcance a los trabajadores de menores remuneraciones será un instrumento igualador. Sin embargo, en un mercado de trabajo compuesto por trabajadores formales e informales y donde el SM afecta sólo a los primeros, es posible pensar que incrementos en su valor generarán una compresión salarial dentro de este grupo pero, a la vez, podrían ir acompañados de aumentos en la brecha de remuneraciones entre ambos conjuntos de trabajadores. Si, por el contrario, los impactos de esta institución se extienden hacia la porción informal del mercado de trabajo, como suele encontrarse en los países de la región (por ejemplo, Neri et al., 2000, para Brasil), los resultados podrían ser más igualadores ya que estos trabajadores se ubican, en mayor medida, entre los que obtienen los menores salarios.

En un estudio reciente (Maurizio, 2014a) hemos encontrado que el fortalecimiento del SM durante el último decenio en Argentina, Brasil y Uruguay ha contribuido significativamente a la reducción de la desigualdad, la cual se verificó a través de la compresión salarial en la parte inferior de la distribución. Por el contrario, en Chile los cambios en el SM no han tenido efectos distributivos. Un aspecto a resaltar es que el aumento en términos reales de esta institución en este país fue significativamente inferior al de los tres primeros países mencionados, tal como lo evidencia el gráfico anterior. La menor recuperación que el SM registró en Chile sería, entonces, una de las razones de por qué esta institución no habría tenido la capacidad de modificar significativamente los indicadores de desigualdad en ese país. En Argentina y Brasil, por el contrario, donde la recuperación ha sido intensa y donde la porción de trabajadores afectados directamente por esta institución es más elevada que en los dos casos restantes, los impactos igualadores también han sido de mayor magnitud.

Resulta importante señalar que esta dinámica positiva del salario mínimo se ha verificado en un período de intenso crecimiento del empleo y, en particular, en Argentina, Brasil y Uruguay, en un contexto de fuerte formalización laboral (Beccaria y Maurizio, 2012; Bertranou et al. 2013; Maurizio, 2014b). La combinación de estas tendencias pone en entredicho, por lo tanto, los argumentos que plantean la necesidad de flexibilizar los mercados de trabajo de la región como única vía para incentivar la creación de puestos de trabajo, especialmente aquellos formales. Más aún, durante la década de los noventa la desregulación de los mercados de trabajo en varios países de la región fue acompañada de un incremento significativo del desempleo y de la informalidad.

Al mismo tiempo, estos resultados contribuyen al debate en torno a las causas de la reducción de la desigualdad en América Latina en el nuevo milenio. La mayor parte de la literatura ha focalizado en los impactos distributivos de la caída en los retornos a la educación a partir de un análisis de oferta y demanda de diferentes calificaciones. Nuestro estudio sugiere la importancia de considerar, adicionalmente, el rol de las instituciones laborales en las mejoras distributivas observadas en la región. De hecho, la reducción de los retornos podría ser consecuencia, a su vez, del fortalecimiento del salario mínimo y de otras instituciones como, por ejemplo, las negociaciones colectivas.

Por último, si bien América Latina ha venido evidenciado tendencias positivas en el funcionamiento del mercado laboral, aún continúa exhibiendo elevados niveles de precariedad e informalidad, bajos salarios promedio y una alta desigualdad de los ingresos. Es por ello que las políticas de fortalecimiento de las instituciones laborales deberían ser acompañadas por aquellas que promuevan la formalización del empleo, por políticas productivas que tiendan a reducir la fuerte heterogeneidad estructural y la baja eficiencia sistémica y por políticas sociales de carácter más universal. El desafío es construir un sistema coherente compuesto de todos estos pilares de modo de asegurar que el crecimiento económico se traduzca efectivamente en mejoras en las condiciones de vida de la población.

* Investigadora-docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento e Investigadora Adjunta del CONICET. Se desempeña también como docente de grado y de posgrado en diversas universidades del país.

Referencias

Beccaria, L. y R. Maurizio (2012) “Reversión y continuidades bajo dos regímenes macroeconómicos diferentes. Mercado de trabajo e ingresos en Argentina. 1990-2010”, Desarrollo Económico Nº 206, Buenos Aires.

Bertranou, F., L. Casanova y M. Sarabia (2013) “Dónde, cómo y por qué se redujo la informalidad laboral en Argentina durante el período 2003-2012”, Serie Documentos de Trabajo, OIT Buenos Aires.

Manning, A. (2003) Monopsony in Motion: imperfect competition in labor markets, Princeton University Press.

Maurizio, R. (2014a) “El impacto distributivo del salario mínimo en la Argentina, el Brasil, Chile y el Uruguay”, Serie Políticas Sociales N° 194, CEPAL, Santiago de Chile.

Maurizio, R. (2014b) “Labour formalization and declining inequality in Argentina and Brazil in the 2000s. A dynamic approach”, ILO Research Paper N°9, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra.

Neri, M., G. Gonzaga y J. Camargo (2000) “Efeitos informais do salario mínimo e pobreza”, Texto Para Discussao N° 724, IPEA, Rio de Janeiro.

Un comentario sobre “Salario Mínimo y Desigualdad en América Latina

  1. Sería bueno que todas las personas en la época en que vivimos tuvieran acceso a un salario mínimo que les sirviera para satisfacer las necesidades que tiene una persona, como todo lleva un tiempo y muchas veces cuesta que esto se cumpla en cada país y región, yo buscando un poco sobre el tema ya que necesito hacer un trabajo práctico para la universidad leí esto http://jorgeguldenzoph.com/ensayos/corrientes-sistemas-e-influencias-ideologicas-en-el-uruguay/ que explica en relación a las cuestiones económicas, además también sobre política encontré distintos artículos jorgeguldenzoph.com donde tratan tanto sobre lo de Américalatina como sobre factores que pasan en otros países que inciden en esa región.

    Me gusta

Deja un comentario