El péndulo en números

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Valeria Arza[1] y Wendy Brau[2]

Argentina es un país inestable, sujeto a vaivenes políticos y económicos frecuentes. ¿Quién podría discrepar? Los sucesivos cambios de rumbos crean patrones de comportamiento que favorecen estrategias defensivas y de corto plazo y por ende alejadas de las decisiones de inversión productiva que se necesitan para crecer. Sin crecimiento económico cualquier gobierno pierde la confianza de la población y el cambio de rumbo se presenta como una renovación necesaria para mejorar las expectativas. El perro se muerde la cola: una historia  macroeconómica signada por la inestabilidad y el cambio genera sesgos de comportamiento que terminan amenazando la sostenibilidad de cada régimen de políticas. Así, para hacer política las “señales” pasan a ser tanto o más importantes que las medidas de política mismas.

Ahora bien, los vaivenes no son estrictamente caóticos; los analistas de política económica han argumentado que la misma oscila entre orientaciones heterodoxas y ortodoxas. Diamand (1984) ha utilizado la idea de “el péndulo” como metáfora de estos cambios de rumbo repetitivos. Si bien existe consenso sobre esta condición inestable y cambiante de la política económica argentina, no hay mediciones de las distintas dimensiones que caracterizan el péndulo: ¿cuántos años estuvieron dominados por políticas ortodoxas y cuántos por heterodoxas? ¿Las oscilaciones fueron más o menos siempre al mismo ritmo? ¿Los gobiernos peronistas y radicales tuvieron orientaciones económicas distintas? ¿Hay consistencia en el tipo de políticas que diversos partidos aplicaron a lo largo de la historia? ¿Hay regímenes políticos más inestables que otros? ¿Y qué importancia tiene esto para distintas variables de la economía real?

En un trabajo reciente nos propusimos medir el “péndulo argentino” (ver aquí). Para ello analizamos las medidas de política económica desde 1955 hasta 2018, por ministro de economía (59 mandatos), en siete áreas: fiscal, monetaria, cambiaria, comercial, de capitales, privatizaciones y regulatorias. Identificamos unas 370 medidas que fueron clasificadas en “alineada” o “no alineada” con las recomendaciones de las instituciones internacionales de financiamiento (IFI). Esto nos permitió construir un índice de orientación de la política económica argentina -un promedio mensual de la clasificación de las siete áreas de política- que dibuja claramente el movimiento pendular del que tanto habló la literatura (ver Fig. 1).

Figura 1 – Índice de orientación mensual de la política económica argentina, por partido político[1]

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De los 63 años analizados en más de la mitad se implementaron medidas económicas mayormente alineadas con las IFI; implicando que 32 años fueron años de orientación ortodoxa contra 26 años de orientación heterodoxa. Para los 5 años restantes las políticas en distintas áreas se contradecían en su orientación y por lo tanto las llamamos “mixtas” (ver Fig. 2). 

Figura 2- Clasificación de las orientación mensual de la política económica entre septiembre de 1955 y diciembre de 2018 en alineadas, no alineadas e inconsistentes

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El ciclo pendular, es decir, la duración promedio de cada orientación, no supera los dos años (23.5 meses) en promedio para el período, pero hay algunas diferencias marcadas (ver Fig. 3): i) los ciclos ortodoxos son más largos que los heterodoxos; ii) todos los ciclos se hacen mucho más largos a partir de 1990; y iii) los ciclos mixtos son particularmente cortos, lo que sugiere que se trataría de parches puestos en situación de crisis más que de una agenda de política económica premeditada. La inestabilidad en la cartera de economía es todavía mayor: en promedio los ministros de economía duraron 13 meses en su cargo.

Figura 3- Duración promedio de cada tipo de orientación de política económica, en meses, por período

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En el período que va de 1955 a 2018 identificamos 16 cambios radicales de rumbo en la política económica, es decir se pasó de regímenes compuestos por medidas de política en las siete áreas mayormente ortodoxas a mayormente heterodoxas. Lo llamativo es que más de la mitad de estos cambios (9) se dieron al interior de un mismo gobierno. Es decir, no hizo falta cambiar de gobierno o de régimen político para cambiar significativamente el rumbo de la economía.

Esto nos lleva a la relación entre signo político y política económica desde 1955 en adelante. Los gobiernos de todos los signos introdujeron políticas económicas similares en diferentes momentos de la historia. Pero en promedio los regímenes militares tendieron a adoptar planes más ortodoxos que los democráticos y los peronistas más heterodoxos que los radicales. Estos últimos dividen en forma pareja sus años de gobierno entre orientaciones alineadas y no alineadas.

En relación a la volatilidad de la política, contabilizamos las veces por año que las medidas en alguna de las áreas analizadas viraron de alineadas a no alineadas (o viceversa). Encontramos que los años gobernados por el radicalismo son más cambiantes en promedio. Este partido y sus aliados gobernaron 17 años de los 63 analizados durante los cuales, en promedio, 3 medidas por año cambiaron de orientación. Para el partido justicialista y aliados, que gobernó durante 27 años, los cambios de rumbo en alguna de las medidas de las siete áreas analizadas fueron, en promedio, la mitad.

La pregunta del millón es en qué medida el péndulo afecta variables de la economía real. Un análisis de causalidad excede el interés de nuestro artículo. Sin embargo realizamos algunos ejercicios de asociación con modelos autorregresivos y encontramos que, con independencia de qué signo político esté al frente del gobierno, la orientación ortodoxa se asocia negativamente con el salario real y con el crecimiento económico (en términos de PBI y PBI per cápita). Asimismo, los cambios de orientación parecieran perjudiciales también para el salario real y el crecimiento y principalmente para la inversión. De hecho, la inversión es la variable real que más sensiblemente se asocia de forma negativa con los cambios de timón en todas y cualquiera de las áreas de política económica. Las turbulencias no son buenas para la inversión.

Como no es posible separar las decisiones que tomen los actores de su contexto socio-histórico, conocer las características históricas de la política económica puede contribuir a diseñar esquemas de política más acertados, en el sentido de alinear mejor los objetivos de la política con sus efectos. También achica los márgenes para la manipulación en la comunicación política: los objetivos se vuelven más transparentes cuando, aprendiendo del pasado, las partes interesadas saben qué esperar de tal o cual esquema. Esperamos que los resultados que aquí presentamos motiven la discusión y abran líneas de indagación que utilicen los índices que construimos y ponemos a disposición.

[1] Clasificamos los gobiernos en tres signos: gobiernos “de facto”, gobiernos del “peronistas” (que incluye al FREJULI y al FPV además del PJ) y gobiernos “radicales” (que incluyen UCRI, UCRP, UCR, la Alianza y Cambiemos).

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[1] CONICET y CENIT/EEYN/UNSAM

[2] CENIT/EEYN/UNSAM

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