Pobreza cero: la metodología

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Por Ricardo G. Martínez* y Guido Zack**

En la última década el debate acerca de la pobreza en la Argentina ha girado más en torno a cuál es su nivel real que a las formas de reducirla. Eso se debió a que la sistemática subestimación de las cifras de inflación entre 2007 y 2015 por parte del Gobierno anterior se trasladó a la canasta básica total (CBT) y alimentaria (CBA), dado el método indirecto de medición de líneas de pobreza e indigencia. Tal es así que, según la versión del INDEC del Gobierno anterior, durante el primer semestre de 2013 la pobreza alcanzó solo al 4,7% de la población argentina y la indigencia al 1,4%, cuando según diversas estimaciones privadas estos porcentajes eran hasta seis veces superiores en el primer caso y cuatro en el segundo. De hecho, las cifras oficiales eran tan poco realistas que la publicación de estos indicadores fue interrumpida.

La serie se reanudó en septiembre último, es decir, ya con el nuevo Gobierno, a partir de la publicación de los datos para el segundo trimestre de 2016. Los mismos también resultaron sorpresivos, pero no por ser muy bajos, sino todo lo contrario: la pobreza alcanzó al 32,2% de la población y la indigencia al 6,3%. Estos datos, más allá de la subestimación de las canastas básicas, no son comparables con los anteriores debido a diversos cambios metodológicos. Entre ellos se destacan: a) una mejor especificación de las necesidades energéticas en términos de adulto equivalente; b) la utilización de una CBA y CBT específica para cada región (en lugar de calcular solo la canasta del Gran Buenos Aires); y c) una actualización en la estructura de consumo a partir del reemplazo de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) de 1985/6 por la de 2004/5. Esta última modificación, la que más diferencias genera en los indicadores sociales, a su vez, implica dos cosas. La primera, la inclusión de algunos bienes en la CBA, la exclusión de otros y el cambio en la contribución de muchos de los productos que continuaron. La segunda, un aumento en la inversa del Coeficiente de Engel (ICE), es decir, en el factor que se utiliza para expandir el valor de la línea de indigencia para calcular la línea de pobreza.

En consecuencia, se procedió a calcular las tasas de pobreza e indigencia a partir de los cambios metodológicos, para mostrar cuáles fueron los que generaron las diferencias más importantes y cuáles son menos relevantes. Para ello, desde ya que no se hizo uso de los datos de línea de pobreza e indigencia del INDEC entre 2007 y 2015, sino que se fueron actualizando los precios de los bienes de las canastas a partir de un relevamiento propio para el barrio de Parque Chacabuco de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires[1].

En relación al primer cambio metodológico, es decir, la nueva especificación de las necesidades energéticas en términos de adulto equivalente, no genera grandes cambios. En efecto, el adulto equivalente pasó a ser todo individuo hombre de entre 30 y 60 años (antes era de entre 30 y 59 años), y se aumentó su requerimiento energético de 2700 Kcal a 2750 Kcal. Luego, también se ajustaron los requerimientos energéticos del resto de la población y se procedió a una mayor especificación, aunque nuevamente sin grandes modificaciones e incluso estas llevan las tasas de pobreza e indigencia levemente hacia abajo.

Respecto de la actualización de la estructura de consumo a partir del reemplazo de la ENGHo de 1985/6 por la de 2004/5, en primer lugar, se modificó la composición de la CBA. Así, se incorporaron nuevos productos, como bebidas alcohólicas (vino y cerveza), pescado, yogur, manteca y fiambres, y se eliminaron otros, como porotos secos, sal gruesa y té, aunque en estos últimos casos su escasa ponderación previa hizo que la diferencia sea insignificante. Asimismo, muchos de los productos que permanecieron en la canasta vieron modificada su cantidad. Por ejemplo: pan (+ 690 gs.), arroz (+ 570 gs.), fideos (+ 450 gs,), hortalizas (+ 1.800 gs.), frutas (+ 930 gs.), leche (+ 1.320 gs.), papa (-540 gs.), batata (-180 gs.), azúcar (-210 gs.), huevos (-30 gs.), café (-30 gs.) y yerba (-90 gs.). En resumen, la incorporación de nuevos productos fue la que marcó la divergencia más destacada entre las CBA “anterior” (INDEC, 1988)  y “nueva” (INDEC, 2004), siendo responsable de buena parte del aumento de más del 13% en su valor[2].

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La CBT (o línea de pobreza) incluye, además de los productos de la CBA, otros no alimentarios básicos, como ser vestimenta, transporte, educación, salud, etc. Esta se calcula expandiendo la CBA por la inversa del Coeficiente de Engel (ICE), es decir, el cociente entre el gasto total y el gasto en alimentos. Una vez determinada la ICE a través de la ENGHo, esta se va actualizando a partir de la variación de precios de los bienes y servicios que componen la CBT, bajo el supuesto de que las cantidades consumidas no se modifican ante dichas variaciones de precios ni tampoco ante variaciones en el ingreso (elasticidad precio y precio cruzada de la demanda igual a cero, y elasticidad ingreso de la demanda idéntica para todos los bienes y servicios). Así, en caso de que los precios de los alimentos se incrementen en mayor (menor) proporción que los precios de los productos no alimentarios, la ICE va a mostrar una baja (suba).

He aquí la tercera, y posiblemente más significativa, actualización metodológica realizada por el INDEC en la medición de pobreza de 2016. Hasta la medición “anterior”, la ICE era estimada a partir de la ENGHo 1985/6. A partir de 2016 se actualizó la estructura de gasto mediante la ENGHo 2004/5, ajustándola desde entonces por las variaciones de precios alimentarios. Esto genera una importante diferencia en la nueva ICE utilizada: mientras que con la ENGHo 1985/6 la ICE de 2006 se ubicaba entre 2,15 y 2,20, con la ENGHo 2004/5 este coeficiente se eleva a alrededor de 2,65[3] (INDEC, 2016). Si bien esta mayor ICE no tiene influencia sobre los indicadores de indigencia, sí los tiene sobre los de pobreza. En efecto, al aumentar el ICE, también se incrementa la línea de pobreza y, por lo tanto, ciertos hogares que antes tenían ingresos suficientes para adquirir una CBT por adulto equivalente, con la nueva ICE no los tienen. Así, la tasa de pobreza es mayor.

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Finalmente, dado que el relevamiento de precios se realizó únicamente para el barrio de Parque Chacabuco de la CABA con la finalidad de evaluar las diferencias entre canastas, lamentablemente no se puedo calcular las canastas básicas regionales y, por lo tanto, no se pudo estimar la modificación en las tasas de pobreza e indigencia a partir de dicho cambio metodológico (punto b, segundo párrafo).

En cualquier caso, nuestras estimaciones con la nueva metodología se encuentran en línea con las del INDEC e informan que la pobreza en la Argentina al segundo trimestre de 2016 alcanzó a casi la tercera parte de la población. Esto pone en serias dudas (si es que ya no se dudaba también antes) la posibilidad del cumplimiento de la principal promesa de campaña del actual presidente de la Argentina, Mauricio Macri: la eliminación de la pobreza al cabo del fin de su mandato en 2019. Sus primeros meses no parecieron contribuir a dicho objetivo, pues – luego de la devaluación de diciembre de 2015 y la parcial quita de subsidios al consumo energético y transporte – el nivel de actividad económica cayó y la inflación se aceleró, lo que tuvo un claro impacto sobre los ingresos. Es por eso que todos los indicadores de pobreza e indigencia, tanto con la metodología “anterior” y “nueva”, presentan un deterioro en el segundo trimestre de 2016 en relación a un año atrás.

* Economista e investigador del IIEP-BAIRES, Profesor Adjunto en Macroeconomía y Cuentas Nacionales

**Economista e investigador del IIEP-BAIRES. Dr. en Análisis Económico (UAH y UCM). Mg. en Finanzas (UAH). Lic. en Economía (UBA).

Bibliografía

INDEC (1988). “La pobreza urbana en la Argentina, canasta básica de alimentos, Gran Buenos Aires”. Taller Técnico sobre Medición e Investigación de la Pobreza, Montevideo, 11 de Abril.

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/28255/LCmvdR17_es.pdf?sequence=1

INDEC (2004). “Actualización de la metodología oficial de cálculo de las Líneas de Pobreza”. Documento en discusión presentado en el 13° Taller Regional La construcción de líneas de pobreza en América Latina. Metodología y Práctica. Lima.

http://www.cepal.org/deype/mecovi/docs/taller13/4.pdf

INDEC (2016). “La medición de la pobreza y la indigencia en la Argentina”, Metodología INDEC, 22.

http://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/sociedad/EPH_metodologia_22_pobreza.pdf

[1] Simplemente se relevaron los precios (p) de todos los productos de las CBA “anterior” y “nueva” y se aplicaron a los consumos (q) requeridos para una buena alimentación. Dado que el vector de precios se utilizó para ambas canastas, las cantidades actuaron como ponderadores, por tanto, los resultados se expresan en términos de p*q, siendo la valorización homogénea, aunque única en función del área geográfica testeada.

[2] La canasta “anterior” arrojó una valorización de alrededor de 2.070 $ por adulto equivalente, mientras que la “nueva”, fue 2.340 $, es decir, una diferencia de 270 $ (13%). Cabe recordar que este valor se corresponde con un adulto equivalente y la medición es la línea de indigencia. Para una familia tipo (de 4 individuos), el ingreso mínimo para no ser indigente oscilaría en torno a 7.230 $ en mayo de 2016.

[3] Es fácil deducir el monto que delimita la línea de pobreza para mayo de 2016 –valor CBA*ICE (2016)-.

Un comentario sobre “Pobreza cero: la metodología

  1. SI baja la presion impositiva que provoca que el 50% del precio de una coca en cualquier super sea por impuestos nomas seguro que se termina con gran parte de la pobreza

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