Por Daniel Aromí*
La profunda crisis que atraviesa la economía griega en los últimos años ha provocado comparaciones con la también profunda crisis económica argentina que tuvo lugar alrededor de los años 2001/2002. Aunque existen importantes diferencias entre estos dos eventos históricos, es presumible que la identificación de elementos en común pueda brindar indicios sobre la naturaleza de este tipo de sucesos. El propósito de esta nota es destacar algunas similitudes que se detectan en los años que precedieron a las respectivas crisis. En particular, se observarán similitudes en la evolución de medidas de expectativas de desempeño económico.
La descripción de los eventos se realizará en base a la identificación de tres etapas a través de las cuales se puede descomponer el desarrollo de sendos procesos. La idea es que la descripción en términos de capítulos permitirá observar con mayor claridad los elementos comunes.
Etapa 1: Reforma y Optimismo
En el caso argentino, esta etapa abarca el período 1991-1993. En el caso griego, esta etapa abarca el período 1998-2003. Podemos destacar tres elementos que caracterizan esta etapa en ambos casos. En primer lugar, se produjeron reformas de las instituciones de política monetaria. Mientras que en Argentina se estableció el régimen de convertibilidad en 1991, Grecia entró al sistema del euro en el año 2001. Estas reformas fueron en el sentido de eliminar la flexibilidad en política monetaria y, de esta manera, pudieron haber aumentado la confianza en la estabilidad del valor de la moneda. En segundo lugar, se observan aceleraciones en el crecimiento económico. Durante esta etapa, las tasas de crecimiento anual del PIB fueron de 10,1% en Argentina y 4,3% en Grecia. En distinta intensidad, estos niveles superaron los niveles observados durante los diez años precedentes.
Por último, y en línea con la anterior observación, hacia el final de esta etapa se produjeron fuertes incrementos en los niveles de confianza con respecto a cada economía. Esta observación se basa en los niveles de confianza que se infieren resumiendo información difundida por la prensa económica mundial. El índice se construye procesando el texto completo de los artículos publicados por The Economist, The Wall Street Journal y la sección económica de The New York Times. El cómputo involucra, en primer término, seleccionar el texto cercano a palabras que hacen referencia a cada país (por ej. Argentina, argentino, Buenos Aires). Luego, se obtiene la medida de confianza calculando, para cada año, la fracción de palabras negativas en el texto seleccionado.[1]
Como muestra el gráfico 1, en ambos casos, la versión estandarizada del índice muestra un importante incremento hacia el final de esta etapa. Para el caso Argentino la variación es abrupta. El índice correspondiente a Grecia muestra un ascenso más gradual. En resumen, esta etapa está caracterizada por el establecimiento de rígidas reglas en política monetaria, buen desempeño de crecimiento y altos niveles de confianza.
Etapa 2: Validación bajo vulnerabilidades
Esta etapa cubre los años 1994-1997 en el caso argentino y los años 2004-2007 en el caso de Grecia. Durante este período se observan resultados que en buena medida validan el optimismo detectado en la etapa anterior. En cuanto a crecimiento económico, se observan desempeños en línea con lo esperado hacia el final de la anterior etapa. Para Argentina, hacia el año 1993, la consultora Economist Intelligence Unit pronosticó un crecimiento acumulado de 24% para los años 1993-1997.[2] El crecimiento observado fue de 24%. Hacia el año 2003, la misma consultora pronosticó un crecimiento acumulado de 19% para los años 2003-2007 en Grecia. El crecimiento observado fue de 24%[3]. Otra señal de validación puede ser inferida observando el desempeño de los mercados de deuda soberana. El spread de tasas de interés de los bonos soberanos argentinos pasó de 3,7% en 1993 a 4,6% en 1997. Este cambio está en línea con el cambio observado para el promedio de los países emergentes. En el caso de Grecia, el spread pasó de 0,1% a 0,3%. Es decir, se mantuvo a niveles muy bajos. El mismo tipo de conclusión se obtiene si se consideran las calificaciones de deuda soberana emitidas por las calificadoras de riesgo.
Sin embargo, en esta etapa también existen signos de vulnerabilidad. En primer lugar, vale destacar la existencia de déficits de cuenta corriente. Hacia el final de esta etapa, durante el año 1997, el déficit de cuenta corriente en Argentina ascendía a 3,5% del PIB. Este rasgo resulta más evidente en el caso de Grecia: en 2007 el déficit ascendía a 14% del PIB. Otro rasgo que sugiere vulnerabilidad está dado por el incremento en el nivel de deuda pública como fracción del PIB. Nuevamente, en el caso de Grecia este signo es mucho más marcado. Hacia 2007, la deuda pública llegó a 103% del PIB. Adicionalmente, se puede mencionar la caída en la competitividad de las economías según el tipo de cambio real. La relevancia de este último factor se acrecienta debido a la rigidez del tipo de cambio resultante de las reglas monetarias adoptadas unos años atrás.
Más allá de estos elementos, las economías muestran un desempeño satisfactorio en términos de crecimiento hacia el final de este período. Esto sugiere que, en esta etapa, frente a contextos ambiguos, los actores económicos se inclinaron por una interpretación favorable de los respectivos escenarios. Consistentemente con esta observación, el gráfico 1 muestra que, hacia el final de esta etapa, el indicador de confianza se mantiene en niveles altos. Más específicamente, se manifestaron niveles similares a los picos observados al final de la primera etapa.
Etapa 3: Decepción y crisis
Los acontecimientos de la última etapa son los más conocidos. Esta etapa abarca los años 1998-2002 en el caso de Argentina y arranca en el año 2008 en el caso de Grecia. Al principio de esta etapa se observan deterioros en el desempeño económico en términos de crecimiento del nivel agregado de actividad. Vale aclarar que, de acuerdo a las proyecciones económicas del momento, los niveles de crecimiento observados constituyen sorpresas negativas. Estos desempeños están en parte explicados por shocks externos negativos. En el caso de Argentina se sufrieron impactos negativos asociados a crisis en otros mercados emergentes, en particular se destaca la crisis de Brasil en 1999. La economía griega sufrió un gran shock negativo asociado a la crisis global del 2008. Paralelamente, se observaron importantes caídas en los niveles de confianza en la capacidad de pagos de los respectivos soberanos. Pese a la implementación de ajustes fiscales, con las respectivas economías atravesando severas recesiones, los gobiernos no cumplieron con los compromisos contractuales originales. En el caso argentino estos eventos tuvieron profundas consecuencias y el evento de default todavía no fue superado completamente. En el caso de Grecia la crisis todavía se encuentra en desarrollo.
Gráfico 1: Índice de confianza
Concluyendo, esta descripción destacó elementos comunes que precedieron a las respectivas crisis. Las trayectorias similares de los niveles de confianza presentados en el gráfico 1 sirven de sinopsis de lo presentado. Una primera etapa de ascenso es seguida por años de estabilización o leve declinación y, eventualmente, se manifiesta una brutal caída.
¿Qué lecciones se desprenden de este breve análisis? En primer lugar, sugiere que aumentos en los niveles de confianza con respecto a una economía pueden generar expansiones persistentes pero vulnerables. El optimismo puede, por un tiempo, sostener expansiones y ocultar ciertas debilidades. Los casos analizados muestran que si las condiciones que enfrenta la economía se vuelven desfavorables, estas debilidades pueden manifestarse en forma dramática. Complementariamente, de ambos eventos se desprende que las reglas de política rígidas pueden tener beneficios en el corto plazo que esconden potenciales altos costos que se manifiestan varios años después. Nuevamente, bajo proyecciones excesivamente optimistas, estos costos pueden ser subestimados.
La complejidad de los eventos analizados implica que es poco factible que logremos un nivel de conocimiento que nos permita anticiparlos con precisión y, mucho menos, eliminarlos. Aquí se han discutido sólo algunos de los aspectos relevantes. Si bien queda mucho por aprender, el tipo de ejercicio aquí presentado puede arrojar un poco de luz sobre la forma en que estos eventos emergen.
* Ph.D. in Economics, University of Maryland at College Park. Master en Economía, Universidad de San Andrés. Es Investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-Baires) y se desempeña también como docente de grado y de posgrado en diversas universidades del país. Su principal área de interés es la economía conductual y sus aplicaciones.
[1] Para más detalles ver Aromí, J. Daniel (2015), ‘Conventional Views and Asset Prices: What to Expect after Times of Extreme Opinions?’, mimeo, IIEP-Baires UBA-Conicet.
[2] “Argentina forecast: 1993-1998”, Crossborder Monitor; Dec 22, 1993; 1, 37; pág. 7
[3] “Greece: Country forecast summary”, EIU Viewswire; Dec. 18 2003.