Cooperación económica internacional en tiempos difíciles: un llamado a una acción firme por parte del G20

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Por Axel Berger (1), Uri Dadush (2), Andreas Freytag (3), Simon J. Evenett (4), Christian von Haldenwang (5), Ricardo Meléndez-Ortiz (6), Raul Ochoa (7), Agustin Redonda (8) y Karl P. Sauvant (9)


A la par de las negociaciones y reuniones que se llevan adelante dentro del G20 existen una serie de llamados «grupos de afinidad», conformados por organizaciones de la sociedad civil con el propósito de establecer canales de diálogo con sus líderes y elaborar recomendaciones en distintas áreas. Uno de estos grupos es el llamado Think 20 (T20). Durante la presidencia argentina del G20 se establecieron distintos grupos de trabajo dentro del T20, uno de los cuales se ocupó del tema «Comercio, inversión y cooperación impositiva». La siguiente nota elaborada por los responsables de dicho grupo de trabajo contiene las principales recomendaciones elevadas al G20 en dicha área


Los líderes del G20 se reunirán en la cumbre anual el 30 de noviembre y el 1 de diciembre en Buenos Aires. En el 2008 la sumatoria de políticas macroeconómicas deficientes y la toma de malas decisiones comerciales, que pusieron en peligro el bienestar de miles de millones de ciudadanos de todo el mundo, fueron el eje de la convocatoria de la primera cumbre realizada en Washington. Sin embargo, esta vez la amenaza proviene de decisiones políticas deliberadas, particularmente en lo que respecta al comercio.

El peligro, en esta ocasión, surge de insuficiencias teóricas sobre las que se erigen persistentemente prácticas comerciales distorsivas de actores de peso. Las mismas se evidencian en lo que respecta principalmente a las ventajas no competitivas de las Empresas de Propiedad del Estado (EPE), al resurgimiento de ideas mercantilistas y a la defensa del nacionalismo económico por parte de gobiernos populistas.

El clima de cooperación ha habilitado políticas proteccionistas en áreas de comercio, inversión e impuestos. La reunión de ministros de comercio del G20 a mediados de septiembre en Mar del Plata concluyó, pues, con un pedido de modernización de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sin generar imperativos respecto de la direccionalidad de las reformas.

En efecto, los países del G20 difieren sustancialmente con respecto a las principales deficiencias del sistema y, a su vez, en relación a las soluciones a acordar para su reforma. Pese a conocer las virtudes del orden económico multilateral y elogiarlo cuando es propicio, los gobiernos, al mismo tiempo, actúan en su contra en la persecución de intereses nacionales estrechos. Dichas acciones contribuyen a la erosión del orden multilateral, ya sea que tales acciones sean o no respuestas a las acciones de otros países.

La cumbre del G20 en Buenos Aires presenta una oportunidad de último minuto para detener o al menos mitigar estas fuerzas destructivas a través de medidas firmes que favorezcan un sistema abierto y basado en normas de cooperación multilateral en asuntos comerciales, tributarios y de inversión.

Reformas claves en el comercio

Evidencia inequívoca demuestra que los miembros del G20 violan rutinariamente su compromiso de «no proteccionismo». En este sentido, la escala del comercio afectado debe preocupar a los altos funcionarios: Para marzo de 2018, más del 80% de los bienes de exportación del G20 competían contra las distorsiones comerciales implementadas desde noviembre de 2008 que aún estaban en vigor.

Dado que el enfoque actual del G20 no logra aprehender en su totalidad la forma en que las políticas intervienen en la distorsión del comercio del siglo XXI, los líderes deberían tener en cuenta dos medidas: la expansión del compromiso proteccionista del G20 y la actualización del monitoreo, trascendiendo las barreras convencionales de comercio y duplicando los esfuerzos para rastrear nuevas barreras en todos los sectores de la economía, incluido el sector de servicios. Contraria a la reapertura de otro debate infructuoso sobre lo que constituye el proteccionismo, es recomendable una aproximación basada en el principio de no discriminación que condene cualquier tipo de intervención política proteccionista.

Ahora bien, pese a que existe evidencia abrumadora que ha demostrado el beneficio conjunto de naciones a través del comercio, hay ciertas disrupciones que deben de ser abordadas. En este sentido, mientras que muchos han podido beneficiarse del comercio, las oleadas de importaciones han socavado, en algunas ocasiones, la viabilidad económica de comunidades enteras.

El gradualismo en la liberalización comercial combinado con medidas preventivas para fortalecer la competitividad puede ayudar a mitigar los costos de ajuste comercial. Los trabajadores desplazados pueden ser mejor asistidos a través de redes de contención globales que no se reduzcan a la dimensión comercial, ya que los shocks comerciales son solo una parte de la incertidumbre económica que afecta a los trabajadores.

Debido a que la mayor fuente futura de shocks comerciales se encuentra ligada al proteccionismo, no a la liberalización comercial, la coordinación internacional es necesaria para respaldar un sistema de comercio abierto y predecible enmarcado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Por otro lado, existen grandes desafíos para la gobernanza de la economía digital y el comercio digital. Los procesos de elaboración de normas actualmente en curso, como los de la OMC, deben fortalecerse. Al mismo tiempo, deben reducirse de manera efectiva los riesgos de una creciente brecha digital, en particular en el Sur Global. El G20 se encuentra en una posición favorable para orientar las acciones de gobernanza global que impactan sobre la multifacética relación entre las tecnologías digitales y el comercio; la brecha digital; y la incorporación en la elaboración de reglas y la implementación de tecnologías de contabilidad distributiva e inteligencia artificial; entre otros temas relacionados con el comercio estratégico. Estas cuestiones comprenden la cooperación internacional, la conectividad digital y la necesidad de liberalizar y facilitar el comercio de bienes y servicios.

El G20 debe reafirmar el papel facilitador de la OMC para la gobernanza global sobre el comercio digitalmente habilitado, y sugerir un mecanismo en esta área que permita iniciar selectivamente el intercambio de información, la cooperación y la coordinación entre agencias internacionales. Fortalecer la asistencia en materia comercial y técnica en los países de bajos ingresos es clave para cerrar la brecha digital.

La cooperación en materia fiscal es crucial

El mundo enfrenta un nuevo escenario de competencia fiscal internacional que puede resultar en una ruinosa carrera que socave la capacidad fiscal de los Estados para responder a los desafíos globales e implementar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Los líderes del G20 deben tomar medidas para fortalecer los enfoques multilaterales y cooperativos de tributación, reducir la competencia tributaria perjudicial y proteger su propia base impositiva, así como la de los países en desarrollo. Los gobiernos utilizan los gastos fiscales para impulsar la inversión, la innovación y el empleo. Sin embargo, estos esquemas son en gran parte opacos, costosos y, a menudo, ineficaces para alcanzar los objetivos preestablecidos. Para mejorar el rendimiento de estas herramientas, primero, los gobiernos del G20 deberían aumentar la transparencia en los beneficios fiscales, por ejemplo, generando iniciativas para el incremento de informes de gastos fiscales asiduos y pormenorizados. En segundo lugar, deberían mejorar el diseño de los incentivos fiscales con el objetivo de minimizar la generación de ganancias inesperadas y efectos derrame negativos dentro y entre los países (en particular, en los países más pobres). En tercer lugar, los gobiernos del G20 deberían eliminar gradualmente los gastos fiscales que son perjudiciales para el medio ambiente, incluidos los incentivos fiscales para los combustibles fósiles y otros esquemas que promueven un uso no-sustentable de los recursos naturales. En cuarto lugar, prioritario  para la comunidad internacional es cómo tratar los desafíos fiscales de la digitalización dentro del marco actual de la tributación internacional. Los líderes del G20 deben trabajar hacia un marco conjunto de creación de valor en el contexto de los modelos de negocios digitales y promover acuerdos internacionales sobre el tratamiento de las actividades económicas basadas en la digitalización, en lugar de participar en acciones unilaterales cortoplacistas y políticas proteccionistas. Reformas de la política de inversiónEs de suma importancia que el G20 preste atención a los crecientes desafíos que enfrenta el régimen de inversión internacional, el cual regula una actividad que es más importante que el comercio en lo que respecta la entrega de bienes y servicios a mercados extranjeros e integrar estos mercados. Esto es aún más importante porque la inversión internacional es crucial para promover el desarrollo sostenible, especialmente en los países en desarrollo. Tanto por razones inmediatas como de largo plazo, las políticas de inversión deben, por lo tanto, ser un tema central en la agenda del G20. Por lo tanto, el G20 debe continuar trabajo en la reforma de la política de inversión internacional e iniciar el camino hacia la operacionalización de los Principios Rectores para la formulación de políticas de inversión global adoptados durante la presidencia china del G20 en 2016. Además, es recomendable que el G20 apoye los debates en curso de la OMC sobre facilitación de inversiones, promoviendo que estos no se restrinjan a la facilitación, sino que abarquen también a la sustentabilidad. La deliberación de un conjunto de Principios Rectores para la Facilitación de la Inversión Global puede proporcionar una guía general para distintos debates, comenzando por lo que concierne a la facilitación de la inversión en la OMC. Perspectivas a largo plazoSomos conscientes de que varias de estas propuestas, presentadas por el Grupo de trabajo  sobre Comercio, Inversión y Cooperación Fiscal del T20 al G20, requieren acciones que van más allá de la Presidencia de Argentina. Sin embargo, las mismas convergen hacia la consideración del comercio internacional, la inversión y los impuestos como constitutivos de la agenda del G20. Depende del G20, que se describe a sí mismo como el principal foro para la cooperación económica internacional, tomar la iniciativa en el avance de estas reformas. Este artículo se basa en las propuestas de políticas presentadas al G20 por el Grupo de trabajo sobre Comercio, Inversión y Cooperación Fiscal del T20, que reúne a más de 100 investigadores de casi 87 Think-tanks y universidades que representan a 16 países del G20 (además de expertos de otros países no miembros de G20).  El Grupo de Trabajo está copresidido por Axel Berger, German Development Institute / Deutsches Institut für Entwicklungspolitik (DIE), Christian von Haldenwang, German Development Institute / Deutsches Institut für Entwicklungspolitik (DIE), Raul Ochoa, Argentine Council on Foreign Relations (CARI), y Ricardo Meléndez-Ortiz, International Centre for Trade and Sustainable Development (ICTSD).


(1) German Development Institute / Deutsches Institut für Entwicklungspolitik (DIE)

(2) Bruegel and OCP Policy Centre

(3) Friedrich-Schiller-University Jena (lead author)

(4) University of St. Galen

(5) German Development Institute / Deutsches Institut für Entwicklungspolitik (DIE)

(6) International Centre for Trade and Sustainable Development (ICTSD)

(7) Argentine Council on Foreign Relations (CARI)

(8) Council on Economic Policies (CEP)

(9) Columbia Center on Sustainable Investment (CCSI) and International Centre for Trade and Sustainable Development (ICTSD)

 

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