Esperando que los haya entusiasmado la primera parte, y tengan ganas y ánimo para encarar la segunda parte, aquí ponemos las siguientes 7 preguntas que le realizara la revista La Quinquenal –publicación perteneciente a la agrupación de estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata Asimetría Nacional y Popular-, a Daniel Heymann sobre la problemática relativa a la reforma del Plan de Estudios de la Carrera de la Licenciatura en Economía en dicha Universidad.
7. En relación a la pregunta anterior, ¿considera que es necesario leer más de cerca a los autores originales, sobre todo aquellos que han marcado un hito importante en la evolución de la teoría económica como Ricardo, Marshall, Keynes, Marx, Sraffa, Schumpeter, Smith?
Ciertamente, en la enseñanza de la economía se presenta la pregunta sobre el rol que se le asignaría a los “autores canónicos”, y sobre la integración de ese elenco[1]. En el tratamiento temático de las contribuciones históricas comentado en la pregunta anterior, por la propia naturaleza del objetivo buscado, el “autor” aparece subsumido en las proposiciones que haya formulado acerca de la cuestión que esté sobre la mesa y, por así decirlo, es llamado a aparecer en la discusión según sea su pertinencia para el análisis de esa cuestión. Habría otra aproximación cuando se trata de discutir amplias visiones panorámicas sobre la conformación, funcionamiento y dinámica de los sistemas económicos (o económico/social/políticos), y los grandes esquemas analíticos asociados con esas obras.
Para eso correspondería poner la atención en la lógica interna de vastas estructuras argumentales de alta influencia en la evolución de la disciplina, su vinculación con el contexto económico/social del momento, y su relación con otros ensayos de síntesis, pasados o sucesivos. Los cursos de historia del pensamiento económico parecen los lugares naturales para encarar esa discusión, porque permiten una exposición de obras que marcaron hitos importantes, con referencia a su entorno histórico y a otras contribuciones relevantes. Aquí, la lectura de textos originales es una parte integral del aprendizaje, en particular, porque induce a “ponerse en el lugar” de quienes estuvieron expuestos a la obra en su momento, con sus preocupaciones concretas, marco de referencia intelectual, y también sus estilos y métodos de escritura sobre temas económicos. Sin embargo, la lectura se hace en cualquier caso “desde el presente”, lo que puede dar lugar a un útil el ejercicio de ida y vuelta entre una mirada retrospectiva del texto histórico y una perspectiva actual. Se le hace poco favor a la memoria de los precursores convirtiéndolos en íconos aptos para una lectura devota, o destructiva según de quién se trate.
La definición del conjunto de trabajos y documentos que ameritan ser incluidos en un recorrido histórico de ese tipo no es una cuestión trivial. Claramente, Smith, Ricardo, Marx, Keynes y Schumpeter pertenecen a la lista; si el criterio se basa en la densidad e influencia de las contribuciones y en su carácter panorámico, se diría que también hay lugar para Walras, Marshall y, sea, BohmBawerk/Hayek (quién dice Kaldor/Robinson/Sraffa, Wicksell/Lindahl/Myrdal, Samuelson/Solow? Friedman? Prebisch?).
Cabría otra manera de usar la historia del análisis económico: estudiar el desarrollo de la literatura y sus jalones principales en un campo parcial de la economía. Si se permite una referencia personal, vengo participando con gran satisfacción en un taller sobre historia de la teoría monetaria (o macroeconómica) en la UBA (el programa hasta aquí, y buena parte de la bibliografía se encuentran en este sitio). El taller es de asistencia optativa; no forma parte del programa formal de la carrera, pero ha generado interés para un grupo de estudiantes, docentes y economistas profesionales que concurren regularmente.
El funcionamiento se basa en una lectura en común de las obras elegidas (un conjunto bastante amplio de documentos y autores que abordaron diversos aspectos, más generales en ciertos casos, más específicos en otros, de la temática macro), con discusión abierta, que transcurre en una cantidad de reuniones que se determina sin restricciones, hasta que en conjunto se considera oportuno pasar a discutir otra obra. Hasta ahora se han recorrido textos/autores desde David Hume a figuras de comienzos del siglo XX como Wicksell, Cassel, Pigou, Fisher o el Keynes del Tract on Monetary Reform, pasando por Smith, Ricardo, Thornton, Marx, Tooke, Mill, Menger, Knapp, Bagehot y Marshall, entre otros.
La actividad ya va por su cuarto año de realización. En el transcurso de ese período, se generaron conversaciones a veces extensas y muy animadas; la expectativa es de seguir avanzando cronológicamente, al ritmo que lleve la lectura y el intercambio de ideas sin restricciones, dada la libertad que admite el formato. No hay requisitos de formación previa para asistir al taller, aunque en general los participantes han frecuentado (algunos, enseñado), literatura macroeconómica reciente. Con frecuencia, la discusión que abre el texto histórico remite a temas analíticos o prácticos contemporáneos: eso abre perspectivas interesantes sobre la relevancia presente de las obras y sobre el avance que puede o no identificarse en el conocimiento de las cuestiones tratadas. A grandes rasgos, la lectura respetuosa pero exigente de los clásicos del área sugiere una actitud de sostenida admiración por las contribuciones de los pioneros (por supuesto, en distintos grados dependiendo de la mayor o menor “empatía” que se tenga con el contenido y el modo de formulación de los argumentos), y también a identificar lagunas, limitaciones o imprecisiones, algunas de las cuales han sido cubiertas en la evolución posterior de la literatura.
8. Sabiendo de la función social de la Universidad Pública en nuestro país, de los valores que inspiraron a la UNLP, y conociendo que de acuerdo a su decreto fundacional nuestra facultad fue creada para “servir a los altos intereses de la Patria”, ¿cuál considera que debe ser el perfil del graduado de la Licenciatura en Economía?
Probablemente convenga hablar de perfiles en plural, teniendo en cuenta la multiplicidad de trayectorias profesionales a las cuales suelen aspirar y tener acceso los economistas. Una carrera de amplio espectro, como es la de economía, debe contemplar, aunque no pueda abarcar totalmente en su especificidad, las demandas de quienes tienden a orientarse hacia la tarea académica de docencia e investigación, el trabajo en el sector público, en las diversas facetas comentadas en una pregunta anterior, y el desempeño aplicado en o cerca del ámbito empresarial. Esto implica requerimientos de contenidos instrumentales concretos, que preparen para el trabajo futuro en cualquiera de esas áreas, a sabiendas de que los estudios de licenciatura son una etapa, y no un término, de una tarea de aprendizaje que se prolongará en el tiempo.
Asimismo, un programa de educación en el campo económico debe necesariamente proponer una formación de tipo general. Aunque se desempeñe en una tarea acotada, un economista no puede limitarse a aplicar técnicas pre- definidas a un estrecho conjunto de problemas: el bagaje intelectual para desempeñar el oficio tiene que incluir la capacidad para construir una perspectiva del funcionamiento y la evolución del sistema económico. Como se mencionó antes, esa perspectiva, para ser útil, debe tener en cuenta al acervo acumulado de la profesión, y también dejar lugar para nuevos desarrollos, modificaciones y, si cabe, mutaciones. Por eso, resulta especialmente relevante evitar los escollos (que pueden ciertamente venir juntos) de la ligereza de razonamiento y del dogmatismo, vengan de donde vengan, y se califiquen como ortodoxos o heterodoxos.
Lo anterior se vincula con las consideraciones de conducta personal, profesional y social a las que alude la pregunta. La economía se ocupa de cuestiones de crítica importancia para el funcionamiento de la sociedad. Eso no puede ignorarse en aras de un supuesto tratamiento aséptico de los temas económicos. Al mismo tiempo, como parte de su rol social, el economista está también sujeto a requisitos de honestidad intelectual. Le cabe entonces tanto sostener las propias creencias cuando, tras una reflexión sincera las considera fundadas, como ponerlas en discusión, aun en el fuero propio. Eso no es solo cuestión de buenos modos, sino que tiene significación concreta respecto de la contribución que puede hacer el economista al bienestar colectivo. En economía, como en medicina, la ignorancia y la pedantería causan daño a la salud pública, más cuando están combinadas.
9. En relación a la pregunta anterior, ¿considera oportuna un perfil orientado a la producción académica en el marco de la teoría tradicional sin visiones alternativas que permita insertarse en el mundo académico, o prefiere un graduado que contemple visiones alternativas en su formación para evaluar desde diferentes perspectivas la política económica en sentido crítico?
Me parece que esta pregunta ya fue tratada en buena medida. En pocas palabras, creo que lo importante no es de qué escuela es este o aquel economista o a qué escuela corresponde este o aquel argumento, sino cuánto, poco o mucho, y en qué condiciones lo que dicen ayuda para entender algún rasgo relevante de la economía. En la práctica de la enseñanza y del aprendizaje, el ejercicio de la crítica (y la autocrítica) constituiría un hecho cotidiano en una conversación que busca avanzar en el conocimiento, más que un medio de disputa retórica.
10. ¿Cuál es su opinión sobre el enfoque que hay en la teoría explicada en la FCE-UNLP con relación a la realidad económica y a la estructura social de los países latinoamericanos periféricos?
En el campo de la economía, y en macro particularmente, existen conceptos y argumentos de aplicabilidad amplia (para volver a un ejemplo mencionado antes, las restricciones macroeconómicas de presupuesto valen de manera muy general para economías de distinta configuración), y otros cuya relevancia depende de condiciones específicas de tiempo y lugar. Por supuesto, tanto en la enseñanza como en la investigación interesa especialmente delimitar el alcance de las proposiciones, y adaptar el razonamiento (parametrizarlo, si vale la palabreja) a la situación bajo estudio. Cuando, digamos, se analiza el comportamiento agregado de una determinada economía, como la de nuestro país, interesa estar preparado para una ida y vuelta entre las nociones más o menos generales y las particularidades del caso. Ciertamente, ya lo decía Prebisch en su época, los vaivenes de una economía como la argentina tienen rasgos propios, por su carácter periférico, que se reflejaría, por ejemplo, en el comportamiento cíclico de los movimientos de capital, por las implicancias macroeconómicas de su estructura productiva, y por su historia marcada por la inestabilidad. Me parece que la existencia de especificidades de ese tipo no debería motivar demasiada polémica, más allá de las diferencias que pueda haber sobre cómo representarlas e incorporarlas al análisis.
La pregunta parece sugerir que como rasgo genérico la enseñanza y la práctica del análisis económico en la FCE- UNLP están divorciadas de la realidad del país, o dejan de lado el análisis de fenómenos como las crisis que manifiestan fallas en el funcionamiento económico. No lo veo así. Si se me permite una referencia personal, cuando hace unos años empecé a dar clase en la UNLP, lo hice con la expectativa de poder interactuar con estudiantes interesados en cuestiones económicas y dispuestos a dialogar sobre el tema, y también de vincularme con un excelente grupo de economistas de la FCE que, desde sus respectivas perspectivas, venían contribuyendo de manera importante al estudio de la economía argentina, en temas tan relevantes como la distribución de ingresos y las finanzas públicas, además de la macroeconomía. No he cambiado de idea desde entonces.
Cada tanto aparecen voces que ningunean el quehacer en el campo de la economía de las grandes universidades públicas, incluso de parte de altas autoridades de gobiernos con orientaciones bastante distintas[2]. Y, sin embargo, cuando se apagan el sonido y la furia de pronunciamientos así, queda el trabajo del colectivo académico, mejorable seguramente en variedad de dimensiones, pero digno de consideración, que se refleja visiblemente en la tarea en las aulas y en los documentos de investigación producidos. Mientras tanto, diatribas como esas distraen de hablar de economía en serio, que es lo que nos corresponde hacer. Cualquiera que haya estado durante algún tiempo frente a un curso de economía (y de macroeconomía, en especial) ha visto que los temas salientes de interés van cambiando, que los marcos de análisis evolucionan, y que la propia experiencia en clase señala puntos a reforzar o modificar. La actualización y, llegado el caso, el replanteo de contenidos y criterios de enseñanza aparecería entonces como un proceso continuo, donde pesaría particularmente la interacción que tiene lugar concretamente en el aula.
11. A lo largo de la Carrera, se hace hincapié en la formación a partir de manuales y papers producidos en las principales universidades de Estados Unidos y en los journals mas importantes del mismo país, ¿considera que esto puede llegar a ser un problema a la hora de interpretar problemas propios de economías periféricas como la Argentina? ¿No considera oportuno una mayor relevancia de la producción científica-económica local para complementar la forma en que se abarcan las problemáticas?
La pregunta tiene dos partes distintas: una referida a la composición del material de lectura para el estudio de la economía entre manuales, artículos y tratados, la otra vinculada al origen, local o internacional, de esos textos.
Una observación obvia: se trata de encontrar una dieta balanceada, no de elegir entre opciones excluyentes. Un manual básico es como papilla pre- masticada, potencialmente útil a edades tempranas, cuando todavía los procesos digestivos no han alcanzado a madurar, pero que con el tiempo debe ser reemplazado por alimentos más sustanciosos. Negarse por principio a emplear manuales en la enseñanza implica privarse de un instrumento pedagógico potencialmente útil: en todo caso, es parte del trabajo del docente graduar el énfasis entre el aprendizaje de lo que dice el texto y el señalamiento de debida prevención ante lo que son ciertamente exposiciones introductorias parciales, y altamente simplificadas. En cuanto a los artículos de investigación, por lo general no están dirigidos a estudiantes, y difícilmente puedan constituir el cuerpo principal de las lecturas de un curso de grado. Sin embargo, conviene que ocurra una familiarización gradual con ese tipo de literatura, en especial porque resulta deseable que, cualquiera sea el ámbito de actuación de un economista, tenga vías de acceso a la producción académica que pueda resultarle de interés. Por su lado, hoy por hoy suele haber una transición más o menos continua entre manuales avanzados, de uso en cursos de posgrados o finales de grado, y textos que buscan presentar un panorama de un segmento del análisis económico al estilo de tratados. Sobre las obras clásicas, ya se hizo referencia a ellas previamente. En conjunto, entonces, se trata de encontrar un balance en el material para un curso determinado, en función de su contenido, y de la formación y madurez de los estudiantes a los que va dirigido.
En cuanto a la proveniencia, local o externa, de la literatura que se vaya a utilizar, tanto en la enseñanza como en la tarea profesional, incluyendo especialmente al trabajo académico, interesa evitar el aislamiento respecto de lo que se produce mundialmente, y también el servilismo ante los temas y las aproximaciones analíticas que vienen dados en cada momento a través de la literatura internacional. El criterio de selección de material a efectos de la enseñanza no estaría entonces determinado primariamente por su origen, sino por su pertinencia.
Dicho aquello, en ciertas áreas del campo de la economía son particularmente relevantes las especificidades de tiempo y lugar, que harían surgir, o ameritarían hacer surgir, el interés y la motivación, ya sea para adaptar al caso concreto que se está analizando algunas proposiciones o herramientas del acervo internacional, ya sea también, para condicionar esos esquemas analíticos y buscar precisarlos o modificarlos. En la Argentina ha habido a lo largo del tiempo un considerable trabajo con matices propios, especialmente en los campos del desarrollo económico y la macroeconomía, incluyendo temas como el funcionamiento económico en contextos inestables y las crisis de sobreendeudamiento, con una literatura que combina a menudo el análisis económico con referencias a procesos sociales y políticos. Uno de los hitos salientes de esa actividad, aunque no su principio ni su última palabra, estuvo dado hace algunas décadas por los trabajos seminales asociados con las hipótesis de stop-go, y las exploraciones acerca de los mecanismos de la inflación. Entre los rasgos destacables de esa producción se contó la disposición, y capacidad, para vincular, en las dos direcciones, al análisis de la economía argentina con la teoría económica que se leía, hacía y discutía en su momento. Esa actitud merece ser especialmente valorada, y tenida en cuenta en el trabajo contemporáneo, sin ignorar tampoco el agua que ha pasado bajo el puente en materia de análisis económico.
12. Una de las principales críticas que surgen a partir de los Foros especialmente desde Asimetría es la falta de pluralidad en los contenidos de las materias las cuales están claramente dominadas por una Teoría Marginalista/Neoclásica, ¿considera usted que las materias deberían contener un contenido mucho más diverso y abarcar diferentes enfoques?
Es no sólo comprensible, sino también importante, que un estudiante de economía enfrente su aprendizaje con un sentido de interrogación abierta respecto de los temas y los contenidos que se le proponen. Para que esa postura resulte productiva, y no se disipe en un ejercicio discursivo, interesa que se manifieste en una disposición, que debe ser reciprocada en el ejercicio docente, para conversar sobre las cuestiones que merecen discusión en el contexto mismo de la enseñanza, donde se habla concretamente de análisis económico. Por eso la insistencia en estas notas sobre la relevancia de la interacción en clase, y sobre los problemas que implica asociar una actitud crítica con una disputa entre doctrinas cerradas, lo que fácilmente puede derivar en debates sectarios.
En cuanto al término marginalismo /neoclasicismo (m/n), en contextos como el de la pregunta, más que apuntar a un conjunto de ideas más menos preciso, parece indicar un calificativo que señalaría algo reprobable. Tratando de imaginar bordes ilustrativos, el m/n podría limitarse a la noción de que el esquema de equilibrio general con la hipótesis de expectativas racionales implementada en su forma común en la literatura es un esquema de representación consistente, de validez más o menos universal (lo que dejaría a un grupo influyente en la profesión, pero bastante raleado, que se auto-ubicaría bajo el estandarte); en otra punta, podría incluir a todos quienes, al tratar algún problema, aceptan suponer que determinadas conductas admiten ser tratadas como reflejo de la búsqueda de optimizar ciertos objetivos, y al aplicar el criterio se les ocurre derivar alguna función[3]. Esa fluidez en la propia definición de las doctrinas haría especialmente complicado plantear un intercambio de ideas conducente a partir del contrapunto de escuelas cuyo mismo encasillamiento daría lugar a debates.
En todo caso, el análisis económico prevaleciente en la actualidad tiene aspectos que (considera el suscripto, en base a su trabajo profesional), resultan útiles para entender hechos económicos relevantes, mientras que otros aspectos darían lugar para apreciables reconsideraciones. En este campo, como en otros ámbitos del aprendizaje y de la evolución, desempeñarse en entornos complejos requiere abrir la posibilidad de aprovechar los recursos disponibles y, al mismo tiempo, mantener prendidas opciones de búsqueda hacia adelante, sin esperar que el proceso converja a un punto fijo.
13. En relación a la propuesta del Plan de Estudios presentado por el Departamento aparentemente hay vacante para la incorporación de dos materias al Plan de Estudios, ¿qué materias considera usted que hacen falta en el plan de estudios y que sería apropiado incorporar?
Una docena de preguntas parece suficiente… Diría de dejar la N° 13 por esta oportunidad.
[1] Para una discusión de la noción de “Autor” en diversas áreas del conocimiento/discurso, puede verse, por ejemplo, Foucault (1969) (aquí una versión castellana).
[2] Para un ejemplo de los años noventa (1996), véanse las expresiones del Ministro de Economía del momento; aquí una chispeante disertación en tono análogo hecha no hace tanto.
[3] El amplio conjunto resultante incluiría, a gusto no, a la Joan Robinson de la fórmula de Amoroso- Robinson, por la cual el precio que fija por un bien una firma con poder de mercado resultaría de aplicar al costo marginal un margen que varía inversamente con la elasticidad de la demanda por el bien percibida por la firma; resultado simple, pero cuyo interés es difícil negar sea como fuere su pertenencia al conjunto de nociones que se clasificarían en el colectivo m/n. En todo caso, respecto de las ambigüedades en las definiciones de lo que denotaría el término m/n puede verse, por ejemplo, esta fuente.